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La ley y el cine con Roberto Sarmiento

Por Ana Lucía Chaves.


¿Quién es el Roberto Sarmiento? ¿Nos podría dar un resumen de su vida?


Soy Abogado y Notario, graduado de la Universidad Rafael Landívar en el año 1992. He estado relacionado con la tarea educativa toda la vida: primero di clases en secundaria, y luego en la universidad, inicialmente con un catedrático –ya fallecido- que fue mi mentor en la Filosofía del Derecho, y con quien tuve la oportunidad de trabajar y colaborar.  En los primeros años de ejercicio profesional estaba con el plan de salir fuera para cursar una Maestría, pero debí retrasarlo un poco en parte por motivos personales y en parte por razones económicas, y estando en esas me contactaron los promotores de la Universidad del Istmo, en el año 1995 para ser exactos, para proponerme trabajar en ese proyecto.  Sabía que eso significaría cambiar mi dedicación profesional, pero me decidí a trabajar en la fundación y lanzamiento de la Universidad del Istmo, que como saben fue aprobada en el año 1997.  A partir de entonces fui su Secretario General hasta el año 2007.  En ese ínterin, junto con los tres Decanos que ha tenido la Facultad de Derecho -el Dr. Humberto Grazioso, el Lic. Guido Ricci y la Dra. Jary Méndez-  y otros dos colegas –los Licenciados Carlos Fuentes-Peruccini y Ricardo Mosquera- fundamos la Facultad de Derecho de la Universidad. En el año 2007 dejé la UNIS para dedicarme a otras tareas profesionales y personales, menos relacionadas con el campo jurídico, aunque siempre he mantenido relación con la Universidad.  Y desde hace un par de años, por la amable insistencia de la Facultad de Derecho y de la Facultad de Comunicación, volví a dar clases.  Soy un Abogado que no ejerce como tal propiamente, sino que mi vida profesional se ha desarrollado en otras muchas facetas.

¿Cómo comienza su pasión cinematográfica y cómo la combina con el Derecho?

Vamos a ver… mi “pasión” cinematográfica comienza desde muy chiquito. Una de las cosas que más me duele de la época moderna es que estamos perdiendo el gusto de meternos todos en una sala oscura –además en aquellas épocas era muy grandes- para disfrutar de una misma experiencia y todos sentir lo mismo. Eso fue lo que me cautivó, desde muy pequeño. Tampoco tenía mucha plata para ir al cine, y entonces buscaba qué película daban en la matiné del domingo, porque era más barata, y porque allí uno podía ir buscando más o menos lo que quería ver.  Junto con esto otra pasión que tuve desde joven fue la fotografía, y en un momento dado descubrí las diapositivas...  Estamos muy mal acostumbrados ahora, tomamos una foto para subirla inmediatamente al Facebook o al Instagram, y no miramos la foto... ya no vemos las fotos, las posteamos..., queremos que las miren otros, no nosotros.  Pues decía que en un momento determinado descubrí las diapositivas, y me cautivó el tomar fotos en positivo para proyectar las imágenes en la pantalla. Durante años no tomé una solo foto en rollos de negativos, sino sólo en diapositivas; tomaba muchas fotos al año, tanto que era cliente preferente de Kodak Pamplona, y sólo tomaba diapositivas, aunque todo en plan aficionado.  Creo que fue esa combinación lo que desató la pasión porque, al final de cuentas, ¿qué es el cine sino 24 fotogramas por segundo, imagen en movimiento?  Pero sabía que en Guatemala uno no vive de eso, al menos en ese entonces. Fue una pasión que dejé anclada por un tiempo, porque filmé y dirigí mi primera película a los 20 años, con actores que en ese momento tenían 14, 15 ó 16 años, y fue una experiencia única, en todo sentido: uno, porque fue una aventura que me encantó; dos, porque me di cuenta que aunque era divertido, era muy difícil filmar una película.  Al inicio uno piensa que es poner la cámara y decir “acción”, pero hay que escribir un guion, prever la producción, elegir a los actores, ensayar, y darse cuenta después que la fotografía no había quedado bien y hay que repetir una toma, y editar  -en aquel entonces editaba en VHS, que era lo que se podía-, era complicadísimo...  Allí me di cuenta que eso no podía ser una dedicación profesional, y lo dejé en alguna forma parqueado.  Aunque desde el año 1993 hasta el 2006 produje dos o tres audiovisuales al año, materiales para una entidad para la que trabajaba, producciones que eran bien valoradas por quienes las veían, aunque eran más bien para el ámbito corporativo de la empresa para la que trabajaba y su clientela.   En esos años comencé a leer y estudiar sobre cine,  de modo autodidacta aunque con bastante sistematización.  Aunque cuando realmente uno estudia una materia es cuando tiene que dar clases de ella, y allí la culpable es la Facultad de Comunicación.  Por ese estudio de cine del que hablaba, durante varios años en muchas ocasiones dirigía cine-fórums  -el visionado de una película con presentación y discusión-  y un directivo de la Facultad de Comunicación asistió a varios de esos cine-fórums, y aparentemente le gustaron porque fue él quien me convenció de que viniera a dar clases de Crítica del cine, de Crítica de medios audiovisuales, que es la materia que imparto en la Facultad de Comunicación.  Yo crítica de cine había escrito un poco, había publicado algo en algunos blogs de crítica, en un par de revistas, pero nunca había desarrollado propiamente una tarea de crítica de medios, como hago ahora en la UNIS.   En los últimos dos años tuve más labor de producción, en el área de documentales.  Fui productor general de tres documentales y Productor ejecutivo en un cuarto.  Materiales que han tenido distribución a nivel internacional. ¿Y cómo combino todo esto? Estirando el tiempo, y sabiendo escoger: es imposible ver todo lo que se produce, uno tiene que saber seleccionar bien...  Es como la lectura, uno tiene que saber qué leer y qué dejar de lado, porque nunca va poder leer todo.  Así ocurre con el cine y así ocurre con la televisión, es importante la elección que uno hace.

¿Sobre qué fue su primera película? Fue un remake de Los Intocables, una película de 1987 muy exitosa, con Kevin Costner y Sean Connery, película que a su vez se basaba en una seria de televisión de los 50’s-60’s.  Fue hacer esa película en Guatemala, con actores jóvenes. Duraba unos 23 ó 24 minutos.  Todos los que participamos lamentamos que la hemos perdido, ninguno guardó copia de la película, ninguno de los que participamos la tiene.

¿Qué hace a una gran película?

Una conjunción de factores […] Se necesita contar bien una buena historia.  Alfred Hitchcock decía que hacían falta tres cosas para hacer una buena película: un buen guion, un buen guion y un buen guion... o sea, la historia.  Pero creo que hacen falta muchas cosas más, y él lo sabía y las cuidaba todas. ¿Qué hace falta? Primero que el tema de la película sea interesante;  luego que la trama, el modo en que se cuenta la historia, también lo sea, que el guion capture;  un buen diseño de producción; el actor adecuado para cada papel;  la edición, que haya continuidad; una buena música... Es la  conjunción de factores lo que hace una buena película, que todos sus factores sean buenos.  Uno ha visto grandes actuaciones en películas no tan buenas. Un ejemplo es el último premio Oscar de Meryl Streep, por La Dama de Hierro: uno “ve” la reencarnación de Margaret Thatcher, aunque ni la historia ni los temas que propone la película sean tan buenos;  es la actuación lo que hace la película, el modo en que se cuenta la historia, porque la historia en sí no vale tanto la pena.  Entonces la película no trascenderá, a pesar de una gran actuación.  ...  En fin, una conjunción de factores.

¿Nos podría compartir una lista de las 5 mejores películas de Derecho que usted haya visto?

Umberto Eco decía que es apasionante hacer listas, y leer listas…  En el cine siempre ocurre, todo el mundo pretende hacer listas. Decir cinco películas sobre Derecho no es fácil.  El Derecho, los jueces, los abogados, hemos sido un tema recurrente en la historia del cine.  Pero ahí voy:  

  1. 12 hombres sin  piedad (12 Angry Men): Se plantea en un entorno cinematográfico muy particular: una habitación en la que delibera un jurado.  Henry Fonda interpreta al único integrante que inicialmente disiente, que está en contra de los otros 11 miembros del jurado que inicialmente están seguros de la culpabilidad del acusado. Se establece un diálogo, una discusión, que sin decirlo explícitamente tiene como fondo el sentido último de la justicia, que es el tema de la película. Todo, o al menos en su gran mayoría, desarrollado dentro de un mismo salón, con un decorado limitado. Pero cuando la historia es tan buena no se necesita mucho más.

  2. Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird): Basada en la novela de Lee Harper —quien ganó el Pulitzer por ese libro, aunque vendió muy baratos los derechos para la película porque aún no lo había ganado—, una película que tiene una combinación perfecta.  Es la historia de Atticus Finch, un abogado –interpretado por Gregory Peck- que defiende con gran sentido ético el caso que nadie quiere llevar,  y es además un padre de familia viudo preocupado por sus hijos, quienes le quieren y admiran profundamente.  Uno puede ver en la cara de los dos niños  -y sobre todo en la de Scout, la hija-  el profundo amor y admiración que tienen por su padre.  Y al mismo tiempo en el tribunal –y para todo el pueblo- es un personaje único.

  3. Algunos hombres buenos (A Few Good Men):  La incluyo no porque la considere de lo mejor, sino por todo el contexto que representa y en el que se desarrolla.  Fue el primer guion de cine de Aaron Sorkin, un nombre que a partir de entonces estará muy presente como guionista  (es por ejemplo, el guionista de The West Wing, una de las mejores series de TV que se han producido; o de La red social, la película sobre el creador de Facebook).  La película nos presenta un abogado militar, interpretado por Tom Cruise, totalmente pagado de sí, que nunca ha puesto un pie en la sala de juicios porque todo lo arregla a través de acuerdos extrajudiciales con la fiscalía, y además se enorgullece de ello.  Hasta que llega el momento en el que debe defender a un par de soldados que no están dispuestos a negociar, pues no están dispuestos a admitir su sola culpabilidad y manchar su honor:  un recluta ha muerto en el cuartel por sus manos, pero no son ellos los únicos responsables, actuaron siguiendo órdenes;  y deberá entonces poner en el banquillo de los acusados a quienes han dado las órdenes, y toda la cadena de mando niega aquello. La  combinación y contraste entre la discusión a lo interno del equipo de defensa y las intervenciones en el tribunal, junto con la búsqueda de las pruebas, logra una película muy redonda, también en el plano jurídico. Tiene una virtud que es a su vez  un defecto: en su origen era una obra de teatro, por lo que en momentos puede parecer o resultar muy explicativa, porque privan mucho los diálogos sobre la imagen.

  4. Vencedores o vencidos (Judgment at Nuremberg): de 1961, película dirigida por Stanley Kramer: una ficción histórica sobre los Juicios de Nüremberg. Ninguno de los jueces ni casos que aparecen en la película son propiamente históricos, sino construcciones o dramatizaciones basadas en los juicios a colaboradores del régimen nazi:  no a militares, sino a colaboradores: médicos, jueces... Es un análisis muy profundo sobre el sentido de la justicia y de la ley, una de las películas más claras que hay sobre el sentido del derecho natural.  Y tiene además un reparto fantástico.

  5. El secreto de sus ojos:   la incluyo para no dejar fuera el cine latinomericano, una película de Juan José Campanela, argentino, del año 2009.  Un antiguo oficial de tribunal que al cabo de 25 años regresa para repasar un caso que llevó entonces, sobre la violación y asesinato de una mujer, un caso que marcó profundamente su vida y sobre el que ahora quiere escribir.  La película es un largo flash-back: en un momento dieron con el culpable, pero por razones políticas -propias del régimen que en ese entonces gobernaba en Argentina- quedó libre, y como resultado el protagonista deberá huir de Buenos Aires pues su vida correrá peligro, y dejará literalmente en la escalerilla del tren a la secretaria del tribunal, con quien ha comenzado un enamoramiento que nunca se atrevió a reconocer. 25 años después  aquella muchacha es la jueza del tribunal, y el reencuentro es conmovedor. La película reconstruye los hechos, tanto del lado político como jurídico, ambos muy cercanos a nuestra propia historia por su entorno latinoamericano.  La película plantea con profundidad una serie de puntos sobre el sentido del castigo, de la justicia y de la redención. El final es desconcertante y muy rompedor, totalmente inesperado.  Y como ejemplo de lo que decíamos antes sobre contar bien una buena historia:  en Hollywood hicieron un remake, con Nicole Kidman y Julia Roberts, que no funcionó. En ambas películas se cuenta la misma historia, pero es mala en su versión americana y excepcional en su versión original argentina.



¿Cuáles son sus películas favoritas y porque?

  • Érase una vez en América (Once Upon a Time in America),

  • El Padrino y El Padrino II

  • En el cine bélico, La Delgada Línea Roja, de Terrence Malick, del año 1998.  Otra película bélica que me gusta mucho es Patton, del año 1972, interpretada por George Scott,

  • Memento me gusta mucho sobre todo por su estructura. No es la primera película de Christopher Nolan, pero sí su primera película famosa.

  • En plan romántico, Deseando Amar (In the Mood for Love), una película taiwanesa del año 2000, dirigida por  Kar-wai Wong.

  • En ciencia ficción, Blade Runner (película de 1982).

  • El Secreto de sus Ojos,

  • Cinema Paradiso, de Giuseppe Tornatore, del año 1988.  

  • La vida de los otros (Das leben der anderen),

  • Goodfellas, película de Martin Scorsese de 1990.



¿Quién es su director favorito? Director favorito no lo tengo.  Hay directores que en unas obras me gustan y en otras no, no tengo director favorito. Ahora, si me dice “pero dígame uno”, aunque no haya visto sus últimas dos películas porque no me ha dado la vida, como director me gusta mucho Terrence Malick.  Por todo lo que ya decía antes, aunque reconozco que seguramente seré de los pocos que piensa así. Por ejemplo, la película El Árbol de la vida, cuanto se estrenó, en un cine de España pusieron un letrero en la taquilla: “si a media película usted está aburrido, le cambiamos su boleto por otra película”.  Así, es una película extrañísima. Me gusta mucho Steven Spielberg. Aunque hay algunas películas con las que no he logrado conectar. El Puente de los Espías me pareció una caída. Es una historia buena, bien contada, pero uno la compara con La lista de Schindler, o Inteligencia artificial, incluso con E.T. y podríamos preguntarnos ¿qué le pasó?  No sé, no me gustó tanto. La fotografía con una paleta de colores extraños no me terminó de gustar. Pero es un director que en general me gusta mucho. Aunque no mencioné sus películas en mi lista porque no son de mis películas preferidas.

Su actor o actriz favorita... Voy a parecer un lugar común: a mí me encanta Meryl Streep. Sobre todo en las películas menos conocidas para la generación de ustedes: en Sophie´s Choice o en Kramer vs. Kramer, pero igual  en La Duda, esa actuación de una monja de férrea disciplina. O su breve actuación en Las Sufraguistas, me encanta.  En Mamma Mía, por ejemplo, es donde muestra cuánto es capaz de hacerse al personaje, de una forma tan impresionante que uno ya no concibe al personaje si no es bajo esa forma.  Pocos actores tienen eso: Denzel Washington lo tiene, George Clooney lo tiene, aunque quizá no siempre; hay otros actores, en cambio, que los ponga donde los ponga son siempre el mismo. Ahora, como actor favorito yo daría dos nombres, pero es que son los actores de mi generación: Al Pacino y Robert de Niro.  Robert de Niro en The Intern es increíble, un auténtico abuelo. En años recientes ambos han tenido esa virtud, han sabido asumir su edad y actuar en papeles para viejos, propios de su edad, no pretender seguir siendo jóvenes. Ya no lo son… entonces…  Con Clint Eastwood pasa otro tanto, me encanta. Como director sabe hacer pensar al espectador, plantea temas de fondo. Me gusta mucho.

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